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Muchos os preguntaréis cómo es posible que la guerra contra Numancia durase 20 años. Cómo es posible que Roma con semejante ejército no fuese capaz de derrotar antes a este pueblo numantino. Verdaderamente, aunque el ejército romano se tratase de un ejército formado por miles de hombres preparados para matar y bien organizados en la batalla, los celtíberos eran verdaderas máquinas de matar. A pesar de no tener ninguna preparación como guerreros, ni tampoco una vestimenta apropiada, pues apenas llevaban armadura, los numantinos atacaban por sorpresa a sus enemigos, y estos al ser de manera inesperada no podían hacer nada por prevenir la muerte.

Las diferencias entre ambos ejércitos eran abismales. Roma contaba con miles de hombres formados para la guerra, iban bien armados, se organizaban de una forma implacable para dar comienzo a la batalla, y se colocaban por grupos a pie a la hora de atacar. Mientras, los celtíberos de una forma más campesina, iban en grupos mucho más pequeños que el de los romanos, no tenían ninguna preparación previa, sus armas eran más caseras y su armamento era más bien escaso. Lo que le daba ventaja a este pequeño ejército era su manera de atacar. Se acercaban en grupos mínimos al lugar donde los romanos se encontraban tanteando el terreno, en momentos donde ellos sabían que no iban a estar preparados y se encontrarían dispersos. Los celtíberos además se solían mover a pie, pero también a caballo, eso les daba algo de ventaja en situaciones de este tipo. Estos no se organizaban como los romanos, ya que eran pocos y el objetivo al atacar era el de matar al mayor número de soldados posibles e ir así debilitando al ejército romano, ya no en hombres, si no en autoestima.

A pesar de ello, los romanos no quisieron rendirse y estuvieron atacando al pueblo numantino nada mas y nada menos que 20 años. Los celtíberos recayeron en la pobreza máxima, hicieron todo lo posible por sobrevivir, pero llegó un momento en que decidieron no ser esclavos de los romanos, y que si para ello tenían que morir morirían antes de ser atacados de nuevo y raptados como animales. Su dignidad valía mucho más que eso. Después de hacer frente a terribles enfermedades, tener que comerse a sus muertos y pasar por condiciones de miseria y penuria máxima no les quedó otra solución que el suicidio.

Este pequeño pueblo llamado Numancia tuvo el valor de resistir hasta el final y de preferir morir antes de convertirse en los esclavos de sus asesinos.